A la gran mayoría de los Sagitario os encanta ser el centro de atención, ¿verdad? Eres un signo de fuego, con mucha seguridad, mucha fuerza y mucho amor propio. Disfrutas viendo como los demás te miran allí por donde vas. Eres una persona con muchísima confianza en ti mismo, muy positiva y con una sonrisa que siempre deslumbra a los demás. Esa fuerza y ese poder es lo que hace que todo el mundo te mire y se fije en ti. Sinceramente, ser el centro de atención te sale de manera natural… Ayudas mucho a los demás, te involucras y te pringas por tus amigos. Pero cuando dejas de «ser necesario» empiezan los miedos, las inseguridades, la desconfianza…
Tu mayor inseguridad sale a la luz cuando te apartan de algo un día para otro, cuando dejan de contar contigo, cuando no sientes la misma conexión que antes con los demás… Y quedarte solo Sagi, a pesar de lo independiente que eres. Sueles tener bastante altas tus expectativas, y eres muy positivo en general. Aunque no siempre apliques esa positividad a tus asuntos. Cuando te sientes abandonado por alguien a quien quieres mucho, dejas que tu mente divague y cree escenarios e historias que te pongan en lo peor de lo peor. Y analizas y sientes que es tu culpa, que hiciste algo mal y que debes castigarte por ello.
Pero, Sagitario, no pasa nada porque algo acabe. Y de hecho, cuando pasa (y te ha pasado), la vida sigue… Lo sabes.
Hay muchas personas en el mundo y con cada una tenemos una química especial y diferente. Y a veces esa química tiene caducidad. Lo importante es quedarse con los buenos recuerdos, con lo vivido. Nada dura para toda la vida. Ni lo bueno ni lo malo. Quiérete, valórate y da de ti hasta donde puedas dar. No dejes que los miedos a «lo que pueda pasar» lo destrocen todo. Porque lo que tenga que ser, será.