Cuando el mundo se entera de que eres Sagitario, muchos te envidian, otros te rechazan. Como buen signo de fuego, tu autoestima suele estar normalmente alta, pero no por eso te crees más que nadie. Simplemente es ese calor y esa seguridad que transmites lo que hace que los demás se replanteen si quieren seguir conociéndote o no. Para ti es muy fácil olvidarte de tus defectos y centrarte solo en lo positivo, pero para esos que no están acostumbrados a esta forma de vida, les es muy difícil conectar contigo. Lo que piensan de ti cuando descubren que eres Sagitario, es que no van a poder estar a tu altura y les da miedo fallar. Les asusta que pienses que ellos son menos que tú por no saber llevar tu ritmo de vida frenético.
También es posible que no les agrades tanto a aquella gente que es más responsable porque a ti te gusta disfrutar de la vida sin ninguna preocupación. Por eso mismo también te cuesta bastante comprometerte en una relación, porque crees que tu vida va a cambiar y no vas a poder seguir disfrutando como antes. Además, eres una persona muy difícil de hacerle entrar en razón. Cuando crees que llevas la razón, no hay quien te la quite. Esto es algo muy característico de ti, Sagitario, y la gente ya sabe a lo que se enfrenta cuando descubre tu signo del zodiaco.
Pero, poniéndote en una balanza, tienes muchas más cosas buenas que malas. Para empezar, como hemos dicho antes, tienes una autoestima normalmente alta, porque a ti te gusta olvidarte de tus defectos y centrarte en todo lo bueno que tienes. Te encanta disfrutar de la vida, aunque sepas que también hay cosas malas. Eres bastante positivo y por eso hay gente que no sabe valorar tu estilo de vida ni tu humor. Pero sinceramente, a ti estas personas te dan igual. Tú sabes muy bien que eres una persona que le gusta escuchar lo que dicen los demás y empatizas muy bien con ellos. Te encanta disfrutar de la vida sin ningún control, arriesgarte para seguir notando esa adrenalina en tu estómago. Sagitario, a ti te da totalmente igual lo que digan los demás.
