Como todo el mundo, Piscis, tú también tienes tus más y tus menos. Por mucho que intentes ser lo más calmado posible, hay veces que no puedes evitar caer en lo negativo. Piscis, reconócelo, tienes tus momentos buenos y tus momentos no tan buenos…
En tu mejor momento, dejas que sean la empatía y la intuición quienes reinen en tu mente. Gracias a eso, eres capaz de conectarte con muchas personas a nivel emocional muy fácilmente. En tus mejores días, vives en tu mente y gracias a ello te mantienes muy alejado de las desgracias que suceden en la realidad. Por eso, tienes una perspectiva positiva de la vida.
Intentas tomártelo todo con calma y hacer que las pequeñas cosas no interfieran en tu paz mental. Sabes estar ahí para los demás cuando necesitan ayuda. Eres capaz de sacrificar tu tiempo para invertirlo en ayudar a los demás. Cuando estás bien, Piscis, piensas en los demás antes que en ti mismo, pero jamás te olvidas de tus propias necesidades.
En tu peor momento, Piscis, eres muy indeciso y te cuesta muchísimo expresarte. Eres un poquito contradictorio. Dices una cosa, pero luego terminas haciendo otra totalmente distinta. Te dejas llevar tanto por los pensamientos como por las personas tóxicas. Te cuesta ser fiel a tus principios y cuando te das cuenta, ya estás más involucrado de lo que te gustaría. Además, puedes llegar a ser muy manipulador si te lo propones. Conoces tan bien a la gente, que sabes cómo hacer que una persona se sienta vulnerable y de hacerla sentir mal.
Aunque eres una persona con un corazón enorme, en tus peores momentos, Piscis, puedes llegar a ser la peor persona del Zodiaco. Dentro de ti tienes un carácter impredecible que muy pocos conocen. Además de hacer daño a los demás, siempre terminas haciéndote daño a ti mismo. Pero después, cuando la tormenta acaba y sacas otra vez a la luz tu bondad y tu amabilidad, haces que todo lo malo se olvide.