La compatibilidad Géminis y Virgo es alta aunque aparentemente parezca que tienen bastantes diferencias casi insalvables. Se enamoran fácilmente. Y, a pesar de ser dos polos opuestos sobre todo en personalidad, entre ellos saltan las chispas demasiado rápido. Ambos signos son mutables, y tienen la capacidad de adaptarse al entorno y a las personas que les rodean. Aunque los elementos de estos dos signos no sean los mismos.
Tienen como elemento en común su planeta regente: Mercurio y posiblemente estas energías sean esenciales para su unión. Intelectualmente, los dos necesitan estimulación constante. No van a conformarse con alguien que mentalmente no esté a la altura. Saben comunicarse de maravilla y tienen grandes dotes de persuasión.
Virgo puede ser metódico y organizado. Mucho. Y Géminis es mucho más nervioso e intranquilo. A pesar de, ambos sabrán adaptarse al otro.
Géminis aprenderá de Virgo a ver la vida de forma más real que la que tiene en su mente, sabrá que hay que ser estructurado y constante para que las cosas salgan perfectas. En definitiva, que hay que ser un poco más constante. Y Virgo aprenderá de Géminis que en ocasiones también debe dejarse llevar por lo que venga y no pensar tanto las cosas. Los inicios de esta pareja pueden ser un tanto complicados, sobre todo porque discutirán por celos, por la limpieza, por las manías de uno, por las manías del otro…
A pesar de todo, una relación no es difícil que funcione si cada uno aprende a aceptar al otro y su forma de ver la vida. Y si, en vez de entrar en disputas, aprovechan que el otro es diferente para aprender y nutrirse de las ventajas que tiene.
Virgo ayudará a Géminis cuando se sienta sólo e inseguro. Le dará la tranquilidad y la paz que a veces parece que le falta y Géminis hará que Virgo se sienta más libre enseñándole que los problemas van y vienen y que las preocupaciones deben ser sólo pasajeras.
Lo mejor de estos dos signos es sin duda el buen entendimiento intelectual, el apoyo moral en las dificultades… Lo peor, los desacuerdos en temas económicos, la frialdad de sentimientos, el estrés emocional…
