Como todo el mundo, Géminis, tú también tienes tus más y tus menos. Por mucho que intentes sonreír y ser feliz todo el rato, hay veces que no puedes evitar caer en lo negativo. Géminis, reconócelo, tienes tus momentos buenos y tus momentos no tan buenos…
En tu mejor momento, Géminis, eres el alma de la fiesta, el alma de tu grupo de amigos. Eres una persona súper ingeniosa, que le encanta hacer sonreír a los demás, sabes cómo sacar tema de conversación y mantener entretenida a la gente. No dejas que existan silencios incómodos ni que la situación se vuelve aburrida. Además, eres una persona amable y muy comprensiva.
Siempre estás dispuesto a abrir los ojos a los demás y a enseñarles el lado bueno de la vida. En tu mejor momento, Géminis, eres pura inspiración. Animas a los demás a que luchen por sus sueños, a seguir su pasión y a disfrutar de los pequeños detalles de la vida. Inspiras muchísimo a los demás, eres como esa luz que guía a muchos en la oscuridad.
En tu peor momento, te conviertes en todo lo contrario a lo que eres normalmente. Incluso hay ratos en los que ni siquiera te aguantas a ti mismo. En tus peores días, eres una persona muy indecisa en todos los aspectos de tu vida. No sabes qué hacer con tu futuro, no sabes cómo continuar hacia delante. Tienes mucho miedo por sentirte perdido, te cuesta mucho comprometerte y alejas a las personas a las que quieres. Tu sonrisa desaparece, Géminis, y todos tus pensamientos son tóxicos.
Necesitas a tu gente, pero siempre terminas alejándola por no saber cómo comportarte. Intentas demostrar que tú sabes más que los demás, que tú eres la única persona que está mal y no haces caso a los consejos que te dan la gente que te quiere. Haces promesas que no cumples. Entras en un bucle del cual te es muy difícil salir. Pero que siempre, sea como sea, terminas saliendo.