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Esos sueños en los que quieres correr pero no puedes, esa sensación que te produce el no saber dónde está la luz al final del túnel, ese agobio que te entra cuando sabes que viene algo pero no sabes por dónde vendrá… Todo eso tiene un mismo sentimiento, todo produce algo que es muy igual: AGOBIO. Eso es lo que siente Leo cuando le toca decidir el momento idóneo para poder decir ADIÓS y dejar ir.
Cuando ponen al león entre la espada y la pared y le hacen decir entre seguir o dejar ir, Leo sigue hasta el final. Una persona luchadora de nacimiento y valiente no se puede permitir el decir adiós y el tirar la toalla sin haberlo intentado todo. Pero si dejando ir hace el bien, diciendo adiós y despidiéndose de algo que ama, puede hacer el bien, ahí Leo tiene una batalla interna entre razón y corazón tipo tormenta eléctrica con bien de lluvia. Vamos, una catástrofe emocional en toda regla.
Leo sabe que dejando ir puedes sanar, pero Leo NO deja ir cuando sabe que puede aguantar un poco más, cuando intuye que no es el momento y cuando su amor es mucho más grande que las ganas de decir adiós. En la mirada de Leo se ven muy claras sus intenciones, y no, no es que no se atreva a decir ADIÓS, es mucho más complejo que eso, si no lo hace, es porque sabe que después le va a doler, sabe que lo va a pasar mal por un tiempo y quiere evitar ese sentimientos a toda costa.
Leo puede dejar ir, es fuerte, valiente y muy temperamental como para dar ese paso, pero si lo hace y falla, no se lo perdonaría. Si cede y sale mal, le perseguiría toda la vida. Leo no deja ir cuando siente que NO es el momento. Su sexto sentido, es el encargado de mostrar cuando es la oportunidad perfecta, aunque su corazón no quiera.
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