Cuando le dices al mundo que eres Aries, todos empiezan a mirarse nerviosos. Saben que contigo las cosas no son fáciles. Sinceramente, creen que eres una especie de ogro sin sentimientos. Alguien impulsivo, caprichoso y que siempre consigue lo que quiere, sea lo que sea, y pise a quien pise. Lo que piensan de ti cuando descubren que eres Aries, es que eres una persona poco empática, a la que le cuesta sentir lo que los demás sienten. Tú no lloras cuando ves a otra persona llorando, no porque no quieras, si no porque simplemente no lo sientes.
Como piensan que eres una persona muy impulsiva, creen que no tienes ningún tipo de filtro al decir lo que piensas. Lo sueltas y te quedas tan tranquilo. Y es que es tu impulso lo que siempre falla. Siempre necesitas estar de aquí para allá, no paras y puedes dar esa imagen de ser una persona un poco estresante. Siempre estás moviéndote, tu impulso no te permite quedarte quieto/a en un sitio. A ti te gusta arriesgar, darle emoción a la vida, divertirte, no planificar nada y a veces no miras las consecuencias de lo que haces… Y es que esa forma de vivir la vida puede llegar a crear unos aires de superioridad que no demuestran lo que en realidad tú eres. Eres presumido/a y bastante coqueto/a y los demás pueden pensar que eres algo superficial.
Pero Aries, es que todo esto tiene una justificación. A ti te gusta ser así porque eres capaz de ver la vida de otra manera, desde un punto de vista más positivo. Siempre vas de frente con la verdad por delante y eso es algo a agradecer. La verdad muchas veces asusta a los demás, pero no es culpa tuya. Aries, eres puro fuego, eres pasión y eres fuente de energía. La gente que de verdad te conoce no quiere separarse de tu lado porque le aportas ese calor y esa energía positiva que todos quieren tener. No te dejes llevar por los que demás dicen cuando se enteran de que eres Aries porque detrás de eso hay muchas más cosas.